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El valor intangible de tu negocio, ¿lo tienes claro?

La valoración de un negocio en la actualidad se basa en un 80% del valor intangible, o sea las cosas que no se pueden ver ni tocar pero que están ahí, que forman parte de la imagen de la empresa o del negocio, lo que representa. A pesar de estar en el siglo XXI, todavía se acusa a la mayor parte de los negocios actuales de la mala gestión de sus intangibles, y de que solo parece preocuparles la parte más tangible (facturación, beneficios, etc).

El valor intangible de tu negocio

Por ejemplo, dentro de las grandes áreas de la empresa, la comunicación debe de ir en una dirección bien definida y con su correcta gestión en las diferentes dimensiones que la conforman. Así la empresa debe ser bien entendida emitiendo un mensaje claro y conciso para que las dos partes (la empresa y su público) consigan una comunicación exitosa, es decir, la excelencia en comunicación.

 

Los cuatro intangibles de más valor son:

La marca

Está considerada como el más tangible de los intangibles, pero que de todos es sabido que representa la cultura, filosofía, personalidad, visión, misión y valores de la empresa, e incluso si nos fijamos en las más grandes, una forma de actuar.

 

La reputación corporativa 

Es el resultado de la actuación de la empresa a lo largo de su histórico, desde su creación, y que contribuye a desarrollar soluciones para los grupos de interés por la empresa, atribuyendo los valores necesarios para generar la confianza con ellos.

Esta se genera en base a las expectativas que se generen entre todos los actores que intervienen en un negocio (stakeholders), y lo hacen en base al comportamiento de la empresa en cuanto a sus productos, servicios, resultados, actividades, empleados y organización (entre otros).

 

La responsabilidad social corporativa

Es un compromiso con la sociedad desde la empresa, de dentro hacía afuera. La responsabilidad social puede ser corporativa RSC o empresarial RSE, no es una obligación, son buenas prácticas para mostrar al conjunto de la sociedad la aportación positiva de las acciones para ayudar, que destina la empresa para mejorar el bien común.

La RSC es un concepto transversal que engloba los diferentes ámbitos de gestión de la empresa, y está vinculada a la actividad básica de la empresa. Debe tener una vocación de pertenencia, además de tener también un compromiso desde la dirección general de la empresa. Todo ello para desarrollar el cumplimiento de sus acciones y políticas por parte de todo el capital humano que la forma.

 

Comunicación interna

Aquí realmente lo que marca el mayor valor es el conocimiento y el capital humano. Dependiendo de la destreza con la que desempeñen sus funciones y trabajando en equipo, conseguirán sobresalir del resto y afianzarán esa imagen sólida que debe tener todo negocio que se precie.

 

Lo que está muy claro es la importancia y la consideración de otro concepto que está muy de moda, y que también es “intangible”, que es el capital intelectual, y que a veces no lo valoramos porque lo damos por hecho, y no es así. Un buen equipo debe de estar en continua formación y compartiendo sus objetivos, intereses, sueños y preocupaciones, para saber como poder ayudarse y para poder ayudar a la empresa, es decir, alineando los objetivos personales con los profesionales.

Los intangibles de la empresa se consideran el activo más importante, ya que fidelizar es difícil, dada la diversidad de empresas parecidas en cada sector. Teniendo claro estos valores de la empresa se puede construir la imagen que uno desea, siempre y cuando se cumpla una coherencia entre lo que dice y lo que hace la empresa, y no dando una imagen en la que la empresa solo piensa en ganar dinero.

Por ejemplo, cuando apoyamos causas benéficas, sociales o proyectos solidarios, debemos hacerlo con el corazón y con sinceridad. Un ejemplo, no podemos apoyar a las organizaciones que dan cobijo a los animales abandonados y escribir en las redes sociales que “odiamos a los gatos”. Otro ejemplo, no es muy coherente decir que no nos gustan las corridas de toros y poner como menú de nuestro restaurante guiso de rabo de toro.

Detrás de la estrategia de la Responsabilidad Social Corporativa tiene que existir un plan de comunicación, saber a qué público me dirijo, en qué tono, cómo le cuento mi mensaje, dónde voy a comunicarme con ellos, qué acciones voy a realizar para que me conozcan mejor y a mis productos, etc.

Por todo esto, si lo hacemos bien, con la ayuda de un profesional, estaremos destacando frente al resto de nuestros competidores, y lograremos conseguir cumplir las estrategias a largo plazo, que son las más difíciles de alcanzar, pero que nos guardan un sitio en el mercado del futuro. 

Piensa cómo te gustaría que te vieran en el futuro, dentro de 3 o 5 años, escríbete una carta y léela cuando pasen esos años, ¿qué crees que sucederá con tu negocio?

 

 

Y tú qué opinas,

  • ¿Has tenido en cuenta los valores intangibles de tu negocio o empresa?
  • ¿Crees que es importante trabajar esas cuatro áreas de la empresa? 
  • ¿Has desarrollado un plan estratégico? 
  • ¿Tienes clara la imagen que quieres transmitir de tu negocio?

 

Te invito a compartir tu opinión y sugerencias en los comentarios.

#reinnóvate

 

Patricia Sánchez-Plaza
Comunicación / Relaciones Públicas / Eventos
Reinnovatio

 

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El mito del emprendimiento

 

Lo primero que quiero dejar claro es que soy emprendedor y un firme defensor del emprendimiento. No obstante, últimamente he visto cosas que me hacen desconfiar acerca de como se está utilizando el concepto de emprendimiento y me da la sensación de que está comenzando a verse como un mito o como una utopía.

Plan para emprender

Por una parte, hay gente que muestra una imagen en la que parece que emprender es muy fácil. Se ponen como ejemplo de emprendimiento proyectos, que considero que no son los más adecuados, puesto que parten con una base muy sólida en cuanto a financiación y contactos.

Por otra parte, muchas personas se lanzan a emprender como una “huida hacia adelante”, posiblemente debido a las dificultades para lograr trabajo por cuenta ajena, y no parten con un proyecto sólido e ilusionante de futuro.  También hay personas que a la hora de emprender tienen como idea la de un negocio tradicional, asumiendo un alto riesgo y elevados costes, y no se plantean otras alternativas o incluso la posibilidad de minimizar dichos coste y riesgos.

 

El 90% de las empresas no llegan a los cinco años de vida

 

También se incide mucho en el emprendimiento tecnológico y se apoya mucho, pero ¿se valora y se da la importancia necesaria a otros tipos de emprendimiento? Da la sensación de que solo existe dicho emprendimiento, dejando de lado y restando importancia a esos otros tipos de emprendimiento, que son igualmente válidos.

Por tanto, ¿es real la imagen del emprendimiento que se está mostrando actualmente?

 

“Casos de éxito” de Start ups

Ultimamente estoy viendo casos de emprendimiento que podrían definirse como una continuación de la llamada “cultura del pelotazo” que existió hace unos años, en los que se buscaba el enriquecimiento rápido sin importar las consecuencias que pudiera conllevar.

Recientemente se han presentado como “casos de éxito” varias start ups que considero que no buscan crear un valor real para el mercado, sino que pretenden crear un modelo de negocio (captación de potenciales clientes) para que en un futuro cercano la start up sea comprada por una empresa más grande o por un inversor, desentendiéndose del proyecto para dedicarse a crear un nuevo proyecto con el que conseguir un nuevo “pelotazo”.

Estos “casos de éxito” se dedican a levantar rondas de financiación para comprar clientes y generar así una lista que puede resultar atractiva para un inversor o empresa consolidada en el sector, aprovechando de esta forma ese listado de leads o potenciales clientes.

Sin duda, la rentabilidad ha de estar presente en un proyecto emprendedor, pero considero que esa rentabilidad ha de venir por una buena propuesta de valor. Por tanto, la rentabilidad va a ser la consecuencia de un trabajo bien hecho.

En muchos casos, cuando el objetivo principal es el dinero, el proyecto puede terminar por fracasar, mientras que si el objetivo es aportar un valor al mercado, el dinero suele ser la consecuencia y el proyecto tendrá mayores posibilidades de mantenerse en el tiempo.

Creo que los grandes casos de éxito de start ups no han de utilizarse como referentes a la hora de emprender. Es más, es posible que pueda servir de utilidad conocer “casos de fracaso”, con los que se puede aprender lo “que no hay que hacer” a la hora de emprender un proyecto.

Por otra parte, una parte del éxito de estas start ups de referencia, reside en la existencia de una potente red de contactos previa y en contar con un buen músculo financiero, por lo que considero que estos casos no son los más adecuados para servir como ejemplo a un emprendedor que parte de cero.

 

Negocio tradicional

Como comentaba antes, en demasiadas ocasiones se utiliza el emprendimiento como una “huida hacia adelante”, es decir, tras un despido se plantea emprender un proyecto como alternativa al trabajo por cuenta ajena, pero sin una idea en firme y sin analizar las consecuencias que acarrea emprender.

Como ejemplo, hace unos días en una reunión de mastermind para emprendedores, uno de los participantes nos comentaba su idea de emprendimiento. Se había visto afectado por un ERE, por lo que había buscado de nuevo trabajo por cuenta ajena, pero las condiciones que le ofrecían no le convencían. Por otra parte había visto la posibilidad de hacerse con una franquicia, pero tampoco le había convencido ninguna.

Finalmente había decidido emprender, iba a cambiar de sector, pasando de comercial en el sector del automóvil al sector inmobiliario en una localidad cercana a Madrid. Algo, por otra parte bastante normal, puesto que últimamente cada vez más gente se reinventa y cambia de profesión.

Pero, ese cambio de profesión, ¿es por deseo real o por necesidad? Si es por necesidad, puede que no exista pasión por el nuevo proyecto y es posible, que más tarde o más temprano, falle el impulso necesario para seguir con el proyecto.

Me llamaba la atención el estado anímico de esta persona, puesto que estaba muy “cabreado”, tanto por el despido como por la situación laboral existente, por no encontrar una franquicia que le convenciera, por la crisis, …, en definitiva, cabreado con todo el mundo.

La actitud es muy importante a la hora de emprender, ese “cabreo” se nota y se transmite, por lo que no es muy aconsejable comenzar un proyecto en ese estado. Se que no es fácil, pero hay que intentar cambiar la dinámica y eliminar ese sentimiento, intentando pasar a un estado más entusiasta. Si no te entusiasma tu proyecto y crees firmemente en él… ¿quién lo va a hacer?

A continuación muestro la conversación que se mantuvo entre esa persona y el resto del grupo sobre su proyecto, en la que se puede ver que la idea de negocio se enfocaba a un negocio tradicional y, por otra parte, que no se habían analizado posibilidades y alternativas.

Emprendedor: He tenido suerte y la marca en la que he pensado no existe en la localidad, así que he ido corriendo a registrar la marca.

Grupo: Y ¿has registrado el dominio en internet?

E: No, ¿por qué?

G: Porque es aconsejable primero comprobar la existencia de la marca en internet, para luego registrar la marca, si es necesario. Si registras la marca y luego compruebas que ya existe el dominio, no vas a poder utilizar la marca en internet, puesto que derivarás todo el tráfico a la otra marca.

E: He tenido suerte y he encontrado un socio con mucha experiencia en el sector.

G: ¿Por qué necesitas un socio? ¿Por miedo de emprender en solitario o porque realmente lo necesitas? ¿Por qué quiere esa persona, con años de experiencia en el sector, ahora un socio?

E: Estoy buscando un local.

G: ¿Es necesario tener un local? ¿Para qué?

E: Es que todas las inmobiliarias tienen un local.

G: ¿Tu estrategia de captación de clientes se basa en la gente que vea tu local o vas a utilizar también captación online? Has de tener en cuenta que un local es un gasto fijo cada mes y que necesitarás tener a alguien allí, ¿realmente lo necesitas? ¿Te vas a reunir allí con el cliente?

E: Para firmar con el cliente.

G: Si es para firmar un contrato, puedes alquilar una sala por horas en un despacho de abogados y además, el firmar en un despacho de abogados, puede ofrecer al cliente una imagen de mayor seguridad. ¿Quién es tu cliente? ¿A quién te diriges?

E: A todo el mundo, nivel alto, medio y bajo.

G: Deberías definir quién es tu cliente ideal para poder desarrollar una estrategia. ¿Cómo te vas a diferenciar en el sector si haces lo mismo que todos?

 

En resumen, mucha gente comienza un proyecto emprendedor con la idea de un negocio tradicional, haciendo las mismas cosas que ya existen en el sector. No se analizan posibilidades de hacer nuevas acciones o utilizar nuevas herramientas para poder hacer algo que nos pueda diferenciar en el mercado.

 

Soy un apasionado de la filosofía Lean Startup, “si fracasas, que sea pronto y al menor coste posible”, y considero que es un método ágil y efectivo para validar una idea de negocio.

Una vez definida la propuesta de valor, se diseña un prototipo y se testea con el cliente lo antes posible. Es decir, validar la idea para ver si aporta realmente valor y si el cliente está interesado en ella y, sobre todo, realizando esta prueba con el menor coste posible. De esta forma, si se falla, se podrá modificar rápidamente la propuesta y se dispondrá de fondo económico para probar de nuevo.

Por el contrario, si inviertes una gran suma de dinero inicialmente y tardas en testear con el cliente, puede que no tengas una segunda oportunidad para emprender.

 

Si tienes un proyecto para emprender te animo a que apuestes por él.

Si no te has planteado emprender, pregúntate…

si no pudieras fracasar, ¿qué te gustaría hacer?

 

Emprender no es imposible, no es fácil pero es posible

¿Te atreves a emprender?

 

 

Te invito a compartir tu opinión y sugerencias en los comentarios.

#reinnóvate

 

 Angel Partida

Fundador de “Reinnovatio

 

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